jueves, 23 de abril de 2015

Un año.



Plana y feliz; o al menos eso creía que estaba. Ahora recuerdo bien cuando me hice la pregunta "¿Esto va a durar?" Las cosas malas dejan de ser malas en algún momento, y así las cosas buenas pueden dejar de serlo igualmente. Me hubiese gustado darme cuenta en que momento la felicidad se fue de mi vida. Le hubiese tomado fuertemente y pedido que al menos una parte de ella se quedara en mí. Pero me jugó mal, no supo quedarse con migo. Se fue como todo lo que llega y se desaparece de mi vida. Ya había pasado un año desde que nadie me atraía de esa manera. Me había alejado de cualquier chico que podría gustarme y me había concentrado en la escuela. Pero ahora es diferente, él llegó y todo lo que pensé que había logrado hasta aquel momento, se había ido a la basura. Un año de no tener en mis labios algún nombre que me hiciera recordar que tengo tan impreso algún rostro que ahora no deseo ni pensar. Un año de no buscar palabras para referirme a algún sentimiento que no estuviese sintiendo. De no forzar a mi mente a recordar que estaría esperando un mensaje.

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